Tener dos pies y dos manos del mismo "patrón" permitían que, incluso siendo un tullido, fuese capaz de, a diferencia del 98% de los seres humanos masculinos, hacer dos cosas (¡o más!) a la vez.
Pese a todo era un tullido entrañable: pintaba, pagaba a su debido tiempo y bien a las prostitutas que le visitaban, se disfrazaba de samurái, le daba al opio.
Pese a todo era un tullido entrañable: pintaba, pagaba a su debido tiempo y bien a las prostitutas que le visitaban, se disfrazaba de samurái, le daba al opio.