Lo breve, si es bueno, es que se ha quedado corto.
Su desesperación la curó con el método de siempre. Aquel que hacía tanto tiempo que utilizaba y que le daba unos resultados excelentes.
Solo le hacia falta acordarse de que era la única persona capaz de darse la mano a sí mismo sin hacer el ridículo. Así lo hizo, y volvió a recuperar la felicidad.
Se dispuso a salir de casa. Pero su autoayuda se vió truncada al volverse a dar cuenta de que, como cada dia, le era imposible atarse el nudo de la corbata. No le gustaban las corbatas, pero le jodía profundamente no poder ponérselas, y escuchar como los niños del barrio se reían de él llamándole "Tulli, el sincorbata".
Sonó el teléfono.
Su desesperación la curó con el método de siempre. Aquel que hacía tanto tiempo que utilizaba y que le daba unos resultados excelentes.
Solo le hacia falta acordarse de que era la única persona capaz de darse la mano a sí mismo sin hacer el ridículo. Así lo hizo, y volvió a recuperar la felicidad.
Se dispuso a salir de casa. Pero su autoayuda se vió truncada al volverse a dar cuenta de que, como cada dia, le era imposible atarse el nudo de la corbata. No le gustaban las corbatas, pero le jodía profundamente no poder ponérselas, y escuchar como los niños del barrio se reían de él llamándole "Tulli, el sincorbata".
Sonó el teléfono.
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