17 de febrero de 2009

Un domingo...

Sillas rojas, gente fumando y mirando... gozando y deseando saber tocar algún instrumento. Mintiéndose, imaginando estar ahí, en el escenario, controlando sus movimientos, sus gestos. Alucinando, viéndose más altos, más guapos.


Una chica se atreve con My Funny Valentine. ¿Será su forma de cantar? ¿Su sutil belleza? Sus botas de terciopelo negro se deslizan tímidamente por el suelo manteniendo el lento ritmo entre la seguridad del resto. Definitivamente, no. No es su canto lo que me cautiva. Tampoco su belleza.


¿Qué se sentirá viendo a un grupo de hombres jugando cuando uno mismo también lo es? ¿Por qué me fijaré siempre en esas cosas?

6 de febrero de 2009

La belleza es un amante cruel



'n ddedwydd ben-blwydd!





(que, encara que sembli mentida, és happy birthday en cymraeg)

...i una cançoneta per amenitzar aquí, del teu grup preferit.

5 de febrero de 2009

Creación



Somos {nos sentimos}, como dioses procreadores de formas, de palabras, de imágenes...

Seres inacabados e iluminados por un don, ¿un don?. Nos perdemos en el infinito de nuestro propio yo... parece que buscamos respuestas a la inquietud de millones de entes, que esperan ansiosos... la respuesta.... ¿la esperan?

Kant, decidió dotar al individuo de la capacidad de ser genio, pero, el romanticismo acabó muriendo ahogado en sus propias penas... no se puede llegar a lo infinito, no podemos acceder a lo inalcanzable, no podemos explicarnos más allá de nosotros.

Si hemos matado a Dios, nuestro creador, si hemos descreído de la experiencias sensibles, si la comprobación científica es nuestro pan de cada día. ¿Por qué levantamos nuevos altares?.

¿Qué es crear? No puedo más que mirar al mundo, pasearme, valorar según mi criterio para realizar un collage... un collage...

2 de febrero de 2009

farewell to thee


Con qué facilidad se desprende uno de las cosas. Con qué desinterés deja atrás lugares, personas, momentos, historias, que en la mayoría de los casos habrán aportado a la vida de uno un par, o tres, o cuatro instantes de plenitud extraordinaria, cuando los dioses han maniobrado para que suciedera, allí y entonces. Con qué ingratitud salimos por la puerta sin darnos la vuelta ni un segundo, haciendo borrón y cuenta nueva, que aquí no ha pasado nada. Qué hipócrita es nuestra memoria, incluso cuando nos bombardea con recuerdos indeseados, con sentimientos de culpa, con errores, con arrepentimientos que yacían enterrados hacía años; también cuando desempolva una broma, un amigo, una idea, un amante que creías haber olvidado. Qué frágiles son nuestros vínculos con las cosas, de qué manera más extraña nos sobreponemos a las pérdidas. Nuestro cuerpo y nuestro cerebro van en direcciones contrarias pero uno se deja llevar, pues para qué vas a estar comiéndote la cabeza con paranoias (sic). Se acabó y punto.

Mis respetos a todas estas cosas que últimamente abandono y me abandonan.


Foto: Thomas Eakins, Autoritratto con John Laurie Wallace, ca. 1883

BORIS KARLOFF & BUSTER KEATON
















Esos dos nombres reunidos hacen juntarse dos estilos, dos géneros particular del cine muy opuesto pero que se convalidan. Eran figuras de sus pertinentes estilos en su época de gloria respectiva.

De hecho eran figuras, pero por supuesto eran como el Challenger de su género y debían luchar siempre para alcanzar lo más alto de la fama en su arte, eso frente al otro crack de la categoría, el delgadito europeo vestido de negro.

Hubiera podido hacer el mismo paralelo entre los que tenían la pole position, entre Bela Lugosi y Charlie Chaplin, entre el siempre enojado húngaro y el simpático inglés, pero sonaba muy fácil. Ya se sabe mucho y de sobra de esos dos genios de la interpretación como para poner otra vuelta de tuerca mas.

A mi me interesa mas el otro, el segundo al que unos le colocan después que esos dos por gustos propios , porque hay igual o tanto talento en ellos que en esos.


Ambos llevaron las iniciales B.K. por propia elección, el apodo de Buster va por su afición y su gran habilidad a caer que significa “el destructor”. Le puso el mago Harry Houdini, una vez asistiendo a uno de sus espectáculos al ver el pequeño Joseph Francis Keaton actuando.

Aunque suene mas ruso que la Siberia, Karloff lo poco que tenia de oriental era una lejana origen india, sino era todo un buen inglés. Porque llamándose William Henry Pratt suena demasiado británico y banquero para un artista. Este nombre le debía a un personaje de una novela, al que cambio el Carlov a Karloff.

No es casual que hayan empezado en el cine mudo, como era lo que estaba por allí empezaron, cada cual por su experiencia teatral sabían como interpretar físicamente el papel, solamente como reteniendo algo para dentro. Keaton tenia la gracia en lo que hacia, de algo como de hacer reír, algo tan vulgar como puede ser lo cómico en su fondo, de echo el lo hacia de forma elegante, una risa intelectual, sana. Karloff el hacia lo suyo con seriedad y soberbia, su mirada lo era todo, y su voz era el complemento, era otro tipo de elegancia, también en un genero que no es reputado por ser muy fino.

Cuando uno se les imagina a ambos se ve un rostro, impasible, eso ante el horror o la comedia, que sea el de la momia o el mecánico de la general. Justo antes de desarrollar su técnica artística están fijados, pudieron casi intercambiar papeles y resultaron igual de bueno sabiendo interiorizar sus personajes. Uno con su gracia y el otro con su inquietud en el rostro. Lo que mato artísticamente el cómico era la llegado del cine sonoro, que dio paso a otra generación de cómicos, la de los Marx Bros (para quien escribió y se llevaba fatal), W.C. Fields, Laurel & Hardy,…

Su otra afición, la de el alcohol acabo por usar este genio al final, la bebida antes era lo mismo que la droga hoy en día en la industria del espectáculo, un vicio que era muy dura de escaparse, y lo sigue siendo pero es legal.

Todo el contrario para Karloff, lo que lo hizo salir de su tumba y de su laboratorio era el sonoro, por el año 31, con su voz profunda, su humanidad hicieron de el un personaje inquietante del cine de los años 30, de lo cual le costo hacer otra cosa, aunque siempre le será agradecido a su compatriota Mary Shelley por su personaje.


Entonces, la realidad se reflejaba en la industria del espectáculo, y aun más en el gusto del público de cine. En los años 20, cuando aun Estados Unidos era este país donde nadie hablaba el mismo idioma aun, se divertía sus habitantes con el pase de feria, el Nickelodeon del cine, al ver esos cómicos mudos entre otros. Con tanta gracia moverse, a unos le gustaban uno u otro tipo de cómicos. No entender el idioma no implica no tener gusto ni criterio, aunque el entretenimiento sea básico. Entonces era la época de oro del cómico en el cine mudo y entretener era todo un negocio.

Al final de esta década vino lo del Krasch bursátil del año 29, la pizarra se puso muy oscura por los Estados Unidos. El sueño ya empezó a convertirse en pesadilla. Las fotos de Walker Evans o de Dorothea Lange sobre la pobreza y la fuerza moral del país son un testimonio de esta época tan dura, pero con fe y gracias a la industria y esfuerzo el país tiro delante.

En el cine en aquel tiempo no tuvo lugar para muchos, solamente las grandes figuras y las mas populares tenia un sitio, aunque sea solamente unos tiempos. Los otros se vinieron a bajo, como un juego cruel de a ver el que aguanta la estela de los mejores y de la taquilla.

En este contexto de depresión de los años 30 se vio arriba el estudio Universal con sus grandes figuras de monstruos inspirados de la literatura clásica, como reflejo de unos tiempos turbios. Pero también la figura del banditismo, que fue tan popular por entonces, este otro modo de conseguir algo hacia soñar las masas. Con la película Scarface, y ya el tema The World is Yours. En esta cinta ya podemos ver todo el talento de Boris Karloff.


Era al principio de esta década que los dos interesados de este artículo se cruzaron en la popularidad, con el declive de Keaton y el apogeo de Karloff. Cada uno luchaba en su estilo contra los estudios y el star system que impedía que haya dos genios en el mismo genero.

A Karloff le fue mejor, pasaba un poco de rivalidad, era mas tranquilo que Lugosi. El tenía un carácter algo difícil, muy celoso, tanta ansia de fama que acabo por perderle por completo. Jugaron los dos juntos en varias películas, con el afán de los productores de reventar la taquilla con esos dos monstruos del género, pero poco funciono el tándem. De echo el carácter del húngaro con su gloria y su decadencia hacen de le toda una figura humana, no es el caso para Karloff que inspira el mas grande respeto a pesar de haber menos triunfado. No hay equivalente de canción como “Bela Lugosi’s Dead” de la banda Bauhaus, por ejemplo para el Inglés. Su figura no es tan risible, como se puede ver en la película Ed Wood, aunque sea ficción, ya se acomodan con algunos elementos, pero rinde bien el personaje que era ya Lugosi como ser, siempre poniendo a parir Karloff, adicto a la morfina y intentando revivir sus horas de gloria. Este pasaba, haciendo películas después de serie B en México y luego con Roger Corman, para acabar tranquilo al final su vida en su Inglaterra natal.


Los dos protagonistas de esta reseña hicieron una actuación conjunta, en 1940 en un partido de Baseball caritativo para un hospital en forma de All Star, lleno estrellas de cine. Donde la criatura de Frankenstein hizo un home run, que es pasar delante toda las bases y una delante la de Keaton que cae, como aun sabia hacerlo. Ya eran figuras del pasado pero siempre popular para el público, a pesar que sus tiempos de gloria ya fue.

Karloff como Keaton eran más secreto, se extendían menos sobre ellos mismos como persona, dejando sus personajes hablar por ellos mismos.