18 de diciembre de 2008

Deseo de ser piel roja -fragmentos-



Y es como si en eso consistiera ahora tu vida, en salir a la captura de rostros o de de instantes -en buscar el encuentro de un presente que te ofrezca, de pronto, su rostro transparente y luminoso en un instante: dejarte traspasar por el trance de la belleza, o del horror -sin ahorrarte. Está claro que no buscas construir en edificio la experiencia de tus pasos, careces de plan alguno: lo que buscas es lo que en los rostros es -sólo lo que es y lo demás qué poco importa... Te quieres así, un cazador de rostros como otros tantos mundos posibles, como otras tantas posibilidades de una experiencia instantánea de lo que es el mundo. Quieres que tu ciudad sea así: que tu cabeza se componga de una suerte de simultaneidad infinita de rostros y de instantes -en abismo. Definitivamente, eres alguien que huye. Y por eso paseas. Porque en un auténtico paseo, todo tiene un rostro -no sólo la gente. Si aciertas el instante preciso, es verdad entonces que las cosas levantan hasta ti la mirada, cualquier cosa: las ramas de un castaño, aquellas ventanas, esa lepra que roe una fachada, el mismo aire cristalino de la tarde que pesa levemente en tu corazón ahora, como una pequeñísima piedra de cuarzo hialino. Y entonces sabes lo que debes hacer, sabes que debes devolverles a las cosas de tu ciudad su derecho a tener un rostro, su mirada -con la misma solitud con la que de niño tratabas de reanimar con ensalmos y caricias la nostalgia inmóvil de aquellos cantos rodados que cubrían las orillas del río. Porque es preciso. Porque cuando las cosas mueren o pasan a ser solamente cosas, siempre hay algo en ti que enferma- ese viento interior se apaga incluso en tus sienes, y en el pecho no queda sino la asfixia del peor de los bochornos- y la calina no te deja ver nada. Pero, cuando permites que las cosas te ofrezcan su rostro, su instante- entonces, el presente es exactamente un presente: un regalo.


(Miguel Morey, Deseo de ser pìel roja)

Creo que es uno de los textos que puede describir a aquellas personas que les fascina mirar.




2 comentarios:

Unknown dijo...

Interesante. Es de este romanticismo que no me gusta pero, al mismo, tiempo utilizaría las mismas palabras. Curioso...
¿Sabes dónde se pueden ver las fotografías del señor Morey?

Olga Taravilla dijo...

Lo más curioso del caso, es que Miguel Morey es un filosofo que da clases en la universidad de Barcelona y que de vez en cuando escribe ensayos. No sé si en su tiempo libre pinta o fotografía, pero es capaz de crear una bellas imágenes con palabras